Las profecías de la Biblia claramente advierten que Babilonia tendría un destino igual al de Sodoma y Gomorra (Isaías 13:19). Otros libros proféticos nos hablan de la venganza de Jehová por su Templo (Un solo ejemplo es Jeremías 50:28). Los babilonios habían destruído el Templo de Dios en 607 a.E.C, y por lo tanto, éstos sufrirían una suerte similar a la de los israelitas. Tenemos claramente una equivalencia en el castigo a Babilonia. Lo que sucedió con la destrucción de Jerusalén debería repetirse con la ciudad de Babilonia, "la hermosura de reinos".
Durante años hemos aprendido sobre la conquista de Babilonia en 539 a.E.C por las fuerzas Medo-Persas. Ciertamente esa conquista si ocurrió, y la potencia babilonica se desplomó en esa celebre noche en el banquete de Belsasar (Daniel capítulo 5).
No obstante, todo investigador sabe que la ciudad de Babilonia no fué destruída en 539 a.E.C. Solo fué conquistada y sometida. Su destrucción ocurrió en tiempos posteriores. La situación es muy similar a lo acontecido décadas antes con Jerusalén.
Realmente podríamos afirmar que Jerusalén fué conquistada por los babilonios en el año 619 a.E.C. Entonces Nabucodonosor se apoderó de los tesoros del Templo de Jehová y tomó prisionero a Joaquín, el último vástago legal de la casa de David. Éstos sucesos narrados en el capítulo 24 y 24 de II de Reyes nos muestra que Sedequías era un rey vasallo que más tarde se rebeló contra Nabucudonosor, y el rey de Babilonia finalmente tiene que destruír la ciudad y el Templo de Jerusalén en 607 a.E.C. Ésta acción cumple numerosas profecías bíblicas sobre el castigo sobre Jerusalén.
Realmente la situación es más que parecida e inversa. Ahora en 539 a.E.C Babilonia es conquistada. Ésto marca la conquista, pero no su destrucción. Por eso, (al igual que Sedequías) los babilonios se rebelan en dos ocasiones posteriores (ésto es algo que muchos estudiantes de la Biblia desconocen), y finalmente es destruída la ciudad de Babilonia.
Los hechos
Babilonia, tiempo atrás capital de un importante imperio, había entrado a formar parte del imperio Medo Persa en el 539 a. E.C., pero la tranquilidad del reino se rompió en el 522 a. E. C. cuando el mago Gaumata, haciéndose pasar por Esmerdis, hermano de Cambises II, usurpó el trono, siendo posteriormente asesinado por Darío I, quien se convirtió en nuevo rey el 29 de septiembre.
Inmediatamente después de este contragolpe, Nidintubel se autoproclamó rey de una Babilonia independiente. Cómo observamos, después de 539 a.E.C, Babilonia volvió a ser de los babilonios (como cuando Sedequías recobra temporalmente Jerusalén). Según la inscripción de Behistún, Nidintubel proclamaba ser hijo de Nabónido, el último rey de Babilonia antes que perdiera la independencia a causa de los persas, y tomó el nombre de Nabucodonosor III (Nota: El Nabucodonosor que destruye Jerusalén y conversa con Daniel es Nabucodonosor II). La revuelta de Nabucodonosr III duró tres meses y acabó con la toma de la ciudad y la ejecución del rebelde en 522 a.E.C.
Con posterioridad y de la misma forma que Nidintubel, Arakha proclamó igualmente ser hijo de Nabónido, nombrándose rey de Babilonia con el nombre de Nabucodonosor IV. Su rebelión, la cual empezó el 25 de agosto del 521 a. C., fue suprimida por Intafrenes, “portador del arco” de Darío, el 27 de noviembre. Luego los persas toman nuevamente a Babilonia y comienzan la destrucción de la ciudad, la cual termina en los primeros meses del año 520 a.E.C. La obra Perspicacia y la obra ayuda aluden a éstos hechos cuando dicen que la ciudad de Babilonia fué "arrasada" y "demolida". Hablamos entonces de la destrucción de la ciudad para el año 520 a.E.C.
Inmediatamente después de este contragolpe, Nidintubel se autoproclamó rey de una Babilonia independiente. Cómo observamos, después de 539 a.E.C, Babilonia volvió a ser de los babilonios (como cuando Sedequías recobra temporalmente Jerusalén). Según la inscripción de Behistún, Nidintubel proclamaba ser hijo de Nabónido, el último rey de Babilonia antes que perdiera la independencia a causa de los persas, y tomó el nombre de Nabucodonosor III (Nota: El Nabucodonosor que destruye Jerusalén y conversa con Daniel es Nabucodonosor II). La revuelta de Nabucodonosr III duró tres meses y acabó con la toma de la ciudad y la ejecución del rebelde en 522 a.E.C.
Con posterioridad y de la misma forma que Nidintubel, Arakha proclamó igualmente ser hijo de Nabónido, nombrándose rey de Babilonia con el nombre de Nabucodonosor IV. Su rebelión, la cual empezó el 25 de agosto del 521 a. C., fue suprimida por Intafrenes, “portador del arco” de Darío, el 27 de noviembre. Luego los persas toman nuevamente a Babilonia y comienzan la destrucción de la ciudad, la cual termina en los primeros meses del año 520 a.E.C. La obra Perspicacia y la obra ayuda aluden a éstos hechos cuando dicen que la ciudad de Babilonia fué "arrasada" y "demolida". Hablamos entonces de la destrucción de la ciudad para el año 520 a.E.C.
Si bien, Babilonia fué levemente reparada e incluso Alejandro Magno la habitó por un tiempo, la ciudad ya no tenía la gloria de antes, ni sus jardines, y no era "la hermosura de reinos" como dice Isaías. Es como la reconstrucción de Jerusalén. Ésta ya no tenía la gloria de antaño de los días de Salomón. Lo que sucede para Jerusalén y su templo en 607 a.E.C es la equivalencia para para Babilonia en 520 a.E.C.
La obra Paraíso Perdido de los testigos de Jehová corrobora ésto:
La expresión “la tierra del norte” se refiere a Babilonia. (Jeremías 25:8, 9) Aun durante el reinado del rey Darío I de Persia hubo peligro desde aquella dirección. Como indicación de esto, leemos en el libro “Babylon the Great Has Fallen!” God’s Kingdom Rules!, página 376, la siguiente historia:
La expresión “la tierra del norte” se refiere a Babilonia. (Jeremías 25:8, 9) Aun durante el reinado del rey Darío I de Persia hubo peligro desde aquella dirección. Como indicación de esto, leemos en el libro “Babylon the Great Has Fallen!” God’s Kingdom Rules!, página 376, la siguiente historia:
. . . Éste, por supuesto, no es Darío el Medo, sino el rey Darío I el Persa, que empezó a gobernar el imperio en 522 a. de la E.C.
En aquel año Darío I tuvo que ponerse en acción contra Babilonia y su gobernante local (Nidintu-Bel), que había tomado el nombre de Nabucodonosor III. Darío lo derrotó en batalla y poco después lo capturó y lo mató en Babilonia, que había tratado de hacer valer su independencia. Después de eso Darío I fue reconocido rey de Babilonia hasta septiembre de 521 a. de la E.C. Entonces Babilonia se rebeló bajo el armenio Araka, que tomó el nombre de Nabucodonosor IV. Por eso Darío tuvo que reconquistar a los babilonios. Después de haber tomado la ciudad por asalto aquel mismo año, entró en Babilonia como conquistador. Así quedó rota la vieja tradición, es decir, la de que el dios de Babilonia, Bel, era quien confería al hombre el derecho de gobernar aquella parte de la Tierra; y Darío el conquistador cesó de reconocer aquella alegación falsa. ¡Qué golpe para Bel o Marduc! Esta vez, después que los persas tomaron la ciudad, no trataron indulgentemente con ella, de la manera que Ciro había tratado con ella.—Vea también la página 317, párrafo 1.
Así los judíos repatriados en la tierra de Judá no llegaron a estar de nuevo bajo el dominio de Babilonia, que había destruido el primer templo de Jehová en Jerusalén y que “no les abrió el camino hacia casa siquiera a sus prisioneros.” (Isaías 14:17) Después de esto, también, el carro simbólico de Jehová que fue a la “tierra del norte” impidió que los babilonios rebeldes tuvieran una revuelta de buen éxito y que de nuevo esclavizaran a los judíos liberados y se interfirieran en la construcción del segundo templo de Jehová.
Cómo notamos, hay detalles importantes que enlazan ésta destrucción y conquista definitiva y fin de la dinastía babilónica en 520 a.E.C, con el inicio de la reconstrucción del segundo Templo a Jehová. Era clave que babilonia fuera sometida y destruída para que en septiembre de 520 a.E.C los israelitas fuesen impulsados a reiniciar sin interrupción las obras del Templo, un día 11 de septiembre
Hay muchas razones que nos muestran que el grueso de los exiliados judíos no fué el esperado en 539/538 a.E.C. El regreso general no fue inmediato y sólo en el 520, unos 18 años después del decreto, un grupo importante decidiría asumir el riesgo del retorno para concluir la obras del Templo. No fue menor el peso que en esta decisión tuvieron las revueltas que se produjeron en Babilonia al principio del reinado de Darío. La voluntad de Darío al promover este segundo y más importante retorno era pacificar de modo permanente la conflictiva zona occidental del imperio y abrir el camino hacia Egipto. Por esta razón concitó los intereses de aquellos que mantenían una esperanza nacionalista implicando en la misión a Zorobabel, presentado continuamente por las fuentes bíblicas como "hijo de Sealtiel" (Esd 3, 2.8; 5, 2). Según 1 Cr 3, 17, Sealtiel es el hijo mayor de Joaquin, el rey de Judá deportados a Babilonia. Es evidente que para muchos judíos Zorobabel representaba al descendiente legítimo de la dinastía davídica.
Así que como observamos todo empieza a ser aclarado de la conexión real de 607 a.E.C y 520 a.E.C. Otra prueba seglar es que alrededor de 520 a.E.C, el sabio Pitágoras abandonó Babilonia y regresó a Samos. La inminente destrucción de babilonia hizo que Pitágoras tomara sin duda esa desición.
La obra Paraíso vuelve a comentar:
Este Darío el rey difiere de “Darío el medo,” que estuvo asociado con el rey Ciro el Persa en el derribamiento de Babilonia en el año 539 a. de la E.C., teniendo entonces sesenta y dos años de edad. (Daniel 5:30, 31; 6:1-28) Después de Darío el Medo el trono de la caída Babilonia fue tomado únicamente por el rey Ciro el Persa. Este fue sucedido por su hijo Cambises. Después de él, uno de quien se dice que fue un usurpador, el mago Gaumata, se apoderó del trono del Imperio Persa. Fue derribado por Darío el Persa, quien así llegó a ser el persa Darío I. Por lo general se le da el apodo de Histaspes. Puesto que el año del reinado de los reyes persas comenzaba en la primavera del año, el segundo año de este persa Darío el rey continuaría hasta la siguiente primavera, y por eso correspondería con 520/519 a. de la E.C., según nuestra manera de fechar. El sexto mes de ese año contaría desde la primavera de 520 a. de la E.C., y sería el mes lunar de Ageo conocido como Elul. (Nehemías 6:15) Ese mes lunar correspondería con agosto-septiembre para nosotros. Puesto que el día en el cual la palabra de Jehová le ocurrió al profeta Ageo fue el primer día de ese mes lunar, fue el día de la luna nueva.
Según la ley teocrática dada por medio del profeta Moisés, aquel día de la luna nueva era un día en el cual tocar las trompetas sagradas en relación con los sacrificios que se ofrecían a Jehová Dios en aquel día. (Números 10:10) Además, se hacían ofrendas especiales por fuego a Jehová. (Números 28:11-15) También surgió la costumbre de hacer visitas religiosas en ese día al lugar donde estaba el altar de Jehová. (2 Reyes 4:23) Eso atraía a muchas personas devotas a Jerusalén. Por lo tanto el profeta Ageo debe haber tenido una muchedumbre más grande de lo acostumbrado a la cual dirigir la “palabra de Jehová” en aquel día del 1 de Elul de 520 a. de la E.C. Sin duda Ageo estaba en Jerusalén en aquel día, porque su palabra profética fue dirigida al gobernador Zorobabel y al sumo sacerdote Josué, quienes oficiaban en Jerusalén. El mensaje de Ageo afectaba a toda la nación y merecía ser escuchado.
Josué y Zorobabel son figuras que representan al Cristo, tal como iremos analizando.
Ageo acusa a los judíos de tener tiempo para construir bien sus propias casas,
pero no la de Yahweh (1:4). Jehová llama al pueblo a reflexionar sobre sus problemas económicos (1:5-7).
Era importante reconstruir el templo para que Dios pudiera morar con
su pueblo (comp. Ez. 37:26-27), para que Jehová fuera glorificado (comp. Ez.
37:28) y para que las promesas profetizadas su pudieran cumplir en toda
su plenitud. Jehová expone la conclusión a la cual los judíos deberían haber llegado por su
reflexión en los vss. 5-7: sus problemas económicos eran juicios divinos por no
haber construido el templo (1:9-11; cp. Os. 2:8; Am 4:6-10).
Los judíos responden positivamente a la profecía (1:12). Temieron delante de Dios;
Y el Espíritu Santo mueve a los judíos a comenzar la reconstrucción 23 días después del mensaje
de 1:1-11 (Ageo 1:14-15). Ésto ocurre un 11 de septiembre del año 520 a.E.C
Cómo hemos comprobado en éste fatigoso analísis el año 520 a.E.C es tan importante como el 607 a.E.C. Si éste año es usado como arranque de "siete tiempos" de 2520 años, con justicia podríamos contar 2520 años desde 520 a.E.C y llegar al célebre septiembre de 2001.
Y hay algo más. La profecía de los "siete tiempos" parece estar enfocada en los opositores al gobierno de Dios como muestra Daniel capítulo 4. De hecho, cuando se cumple la profecía en Nabucodonosor II éste se estaba jactando sobre la ciudad de Babilonia "que él había construído" (Véase Daniel 4:29-31).
Ésto nos muestra que hay una aplicación importante que no podemos desechar. Los siete tiempos parecen cumplirse en la dinastía de los reyes de babilonia como aplicación principal. De hecho, en el capítulo 5 Daniel saca en cara a Belsasar que éste está teniendo la misma actitud del fallecido Nabucodonosor II. Daniel incluso le habla de la profecía del árbol a Belsasar (véase Daniel 5: 18-22). Así que la profecía de los siete tiempos es una manifestación sobre la dinastía y rebelión de los reyes de babilonia que entorpecieron y podrían trabar la adoración de Dios. Ésto finaliza en 520 a.E.C con los sucesos de la devastación de Babilonia y el Templo de Jehová. No habría opositores a la gobernación de Dios, representada por su Santo Templo.
Así que tenemos fuertes evidencias que los "siete tiempos" en su aplicación máxima podrían haber concluído en septiembre de 2001.