lunes, 10 de mayo de 2010

En busca de los sucesos pasados


He estado analizando los sucesos concernientes a la destrucción de Jerusalén. ¿Es realmente el año 607 a.E.C la fecha? O ¿Es el año 586/587 a.E.C la posibilidad correcta? Ciertamente es un tema espinozo, pero si buscamos la verdad del pasado, sería importante afrontar la realidad. Sabemos que la enseñanza de la entronización de Jesucrito en 1914 pende de 607 a.E.C. Sin embargo, creo que ya estamos en una época en donde nuestra madurez puede ser probada. ¿Deberíamos tropezar si existiese algún ajuste sobre ésto?

Evidentemente ésto podría ser una refinación para muchos. Pero no deberíamos alarmarnos. En ninguna pregunta para el bautismo aparece reflejada una intrerrogante sobre 1914, lo cual le resta hierro al asunto.

Durante algún tiempo se ha mencionado que la fecha de 586/587 es solo una referencia seglar y que carece de apoyo cronológico bíblico. Sin embargo, Abib ha comprobado que no viola necesariamente alguna cuenta cronológica. Quizás solo el entendimiento de qué sucedió en dichos periodos. Por ejemplo, es posible que en 607 a.E.C el Faraón Nekoh instaló a Jehoiaquim comenzando un tipo de dominación gentil sobre la casa de David. Desde ese punto de vista podrían haber transcurrido 2520 años hasta 1914. Sin embargo, el Templo habría sido destruído en 586 a.E.C y Jerusalén destruída en ese año.

Esto podría armonizar con la expresión de Zacarías 1:12 que clama por los 70 años. Éste libro profético fué escrito para el segundo año de Darío, lo cual es cerca del periodo del año 520 a.E.C, 66 años después del año 586 a.E.C lo cual nos acerca al periodo de la inauguración del segundo Templo en 515/516 a.E.C. Entonces Dario el medo sería el mismo Dario el persa si ésto es así.

Sea como fuese, si la destrucción de Jerusalén realmente ocurrió en 607 a.E.C también tenemos 2520 años desde la destrucción del Templo y que nos llevan con exactitud a la I Guerra Mundial en 1914. No obstante, como he mencionado en entradas anteriores, parece que la clave está relacionada con el Templo y no con el inicio de la dominación gentil. Lo de Sedequías y Guedalías no sirve para establecer una conexión clara con la casa de David o antepasados de Cristo, tal como lo analicé en una entrada anterior.

En otras palabras, he llegado a sospechar y a comprobar según otros estudios que he realizado, que pareciese ser que 1914 es clave con respecto al inicio del tiempo del fin y el término de un ciclo de 2520 años en relación al Templo y el inicio de su restauración final espiritual ese año de 1914.

No obstante, la entronización de Jesucristo y su Parausía final se me desconecta de 1914. Lo he comentado antes. La Parausía parece estar ligada al mismo fin y no a un periodo largo y previo.

Además, la profecía de Daniel 4 se centra en un gobernante o potencias opositoras a Dios. No habla de la representación de la misma soberanía de Dios expresada en la Tierra con la dinastía Davídica. El fin es que los opositores sepan "que el Altísimo es gobernante en medio de la humanidad" (Dan. 4). Si el árbol representa también a la soberanía de Dios, ¿por que Dios cortaba su propia expresión de soberanía? ¿Acaso no se nos da la idea de un gobierno opositor que debe reconocer a Dios como el soberano?

Por éstas razones lógicas de la profecía de Daniel 4, podemos vislumbrar que el árbol representa con claridad a las potencias políticas opositoras a Dios. Ésto cuadró con los babilonios, cuya ciudad fué destruída en 520 a.E.C y con la potencia Angloamericana, la cual fué humillada un 11 de septiembre de 2001, 2520 años ("siete tiempos") más tarde.

Y como iremos analizando, Zorobabel y Josué (el sacerdote), son figuras que con toda claridad representan a Cristo Jesús como Rey Celestial.



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