martes, 27 de abril de 2010

"Oxigeno Puro"


Éstos días mi ánimo ha disminuido algo. Numerosos recuerdos me persiguen. Tendré que meditar varias horas y enfocarme en la oración.

Los seres humanos estamos sometidos a las mareas de nuestros ánimos. Hay días horribles y otros son mejores. Múltiples son las causas. El estar en ambientes imperfectos nos desalienta. Nuestra propia imperfección nos derrumba. Últimamente me he sentido muy solo en la verdad y a veces pienso en desfallecer. Otros días me siento mejor. No es anormal o extraño sentir éstas cosas. Hombres de fe del pasado experimentaron los altibajos de la experiencia humana.

En una ocasión leí de Juanjo Benítez en "Mágica Fe" un relato sobre la Felicidad. Se llamaba "Doña Felicidad y su sobrina doña Paz". Hablaba de una Isla llena de leprosos. La condición de salud de ellos era terrible. Sin embargo, un visitante notaba un ambiente especial. Y les preguntó a los leprosos sobre si conocían la felicidad. Ellos le dijeron: "Ésa señora nos visita y se asoma de vez en cuando. En cambio, siempre tenemos a su sobrina doña Paz".

Ciertamente la felicidad es "oxigeno puro". En algunas ocasiones pájaros fueron encerrados y se les aplicó oxígeno puro como parte de un experimento. Volaban y revoloteaban de felicidad. De pronto, murieron de colapsos al corazón. Si se respira continuamente y por tiempo prolongado, el oxígeno puro puede pasar del estado de euforia a producir una acumulación de líquido en los pulmones, colapso de los alveolos pulmonares, convulsiones en el corazón e incluso la muerte.

La criatura humana es cómo las aves, les gusta "drogarse" de felicidad. La busca constantemente. En el placer, en las diversiones, en el comer, en las aventuras, al enamorarse, al comprar en las tiendas, etc. Y la criatura humana protesta y gime cuando se le priva de esa "droga". No entiende que es poco a poco. La felicidad debe tomarse a pequeños "sorbos". Por eso la felicidad continuada no existe. Solo hay "momentos" felices.

La felicidad es oxigeno puro. Debe tomarse poco a poco y con intervalos. Cuando estamos muy mal y llenos de dificultad, el Padre Celestial se encarga de que en el momento debido aparezca un espacio breve de felicidad. Lo hace para reanimar a la criatura. Y lo hace en el momento oportuno según su voluntad y para nuestro bien. Si recordamos bien, justamente ésos momentos felices aparecen en el tiempo preciso. Es como el oxigeno que reanima a un escalador o un enfermo. Pero es en la dosis precisa.

Pero la criatura está tan feliz que desea que esos momentos nunca terminen. Y protesta cuando se van y los sale a buscar. Entonces se mete en problemas. Los busca donde no se debe. Cae en faltas que lo llevan a pecar. Ese es el error.

Solo en el Nuevo Mundo, con un ambiente perfecto y con cuerpos perfectos, podremos resistir ser felices. Aunque parezca increíble, nuestra condición imperfecta haría que la felicidad continuada nos mataría. Es irónico. En la película Matrix las maquinas comentan que en una oportunidad a los seres humanos se les proyectó una ilusión de completa felicidad perpetua, y éstos no podían resistir la alegría y morían fulminados. En efecto, conozco casos en que personas fallecieron de ataques debido a que no paraban de reír o estar en éxtasis durante largas horas. Solo con cuerpos perfectos y en ambientes apropiados podríamos literalmente resistir un estado de felicidad permanente.

Si logramos comprender ésto, dejaremos de afanarnos en buscar frenéticamente la Felicidad. Ésa señora llega de vez en cuando, decían los leprosos. Y cuando llega, hay que recibirla, pero su visita es por poco tiempo. No hay que retenerla. Es a "sorbitos". En cambio, siempre tendremos a su sobrina doña Paz.

Efectivamente cuando doña felicidad se va de viaje, aparece doña Paz. Y doña Paz nos ayuda de forma prolongada. Ella si está hecha a nuestra medida imperfecta. Es la "compañera" ideal para nuestros días malos. La "Paz de Dios" que supera a todos nuestros pensamientos es la que guarda nuestra alma. Disfrutemos de la agradable compañía de la Paz Interior.

No creamos en los gurús de la Nueva Era que venden la Felicidad instantánea como si fuera un licor mágico. Tal cosa no existe y está destinada al fracaso. Parte de la madurez y crecimiento debe fraguarse con la ausencia de la felicidad. Los momentos infelices deben aparecer para que la Paz nos ayude a refinarnos.

No hay nada más nefasto que buscar la felicidad como una droga. W. Dyer lo resumía bien:

Una vez, un gato grande, viejo y experimentado estaba observando a un gato pequeño, joven e inexperto mientras daba vueltas alrededor de sí mismo intentando atrapar su propia cola. El gato grande, curioso, se acercó a preguntar al gato pequeño porqué intentaba atrapar su cola, y este contestó que su cola representaba su felicidad, y que si lograba atraparla, sería feliz. El gato grande le contestó al pequeño:"¿Sabes?, cuando yo tenía tu edad, también intenté atrapar mi cola en muchas ocasiones, sin lograrlo nunca. Con el tiempo, decidí atender a mi vida sin obsesionarme por lograr atrapar mi cola (la felicidad), ¿y sabes qué descubrí? que fuese a donde fuese, cada vez que miraba atrás, mi cola me seguía a todas partes." El gato pequeño era infeliz, ya que intentaba lograr la felicidad, atrapar su cola, y no era capaz de lograrlo, y sufría por ello. El gato grande era feliz, ya que no se molestaba en buscar la felicidad, y la felicidad le seguía allá a donde iba, ya que era feliz con lo que hacía en vez de estar obsesionado en encontrar la felicidad. MORALEJA: vive tu vida, ya que la felicidad sólo aparece cuando no se busca. El simple hecho de buscar la felicidad te hace infeliz. No pierdas el tiempo buscando la felicidad, ni consciente ni inconscientemente, y vive, la felicidad aparecerá sola si eres feliz con las cosas que haces.

Ésos días en que no tengamos el sorbo de oxigeno puro, atendamos bien a doña Paz. Ella nos ayudará con una sensación benéfica. Pidamos a Jehová ésa paz que tanto necesitamos. Pero abramos la puerta a esa Paz cuando ésta se presente. La Paz interior es una gran compañera. Hoy solo miramos de reojo a doña Felicidad. En el futuro, cerca de la perfección será nuestra compañera permanente.



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