Justamente ocurre en el Templo. Y no es casualidad porque Cristo es la "cortina" simbólica de un Templo mayor. Jesús es presentado para la purificación ritual y circunsición. Allí Ana y Simeón conocen al Salvador. Éste último se alegra de conocer al niño de la Promesa. Pero éste anciano también comenta que la venida de Jesús a la Tierra tiene que ver con la salvación de "todos los pueblos " (Lucas 2:31).
También dice que éste niño es "una luz para remover de las naciones el velo" (Lucas 2:31). Esto nos recuerda la cortina que separaba el Santo del Santísimo y que velaba o impedía la vista hacia la presencia de Dios (el Arca del Pacto y la Luz Shekinah). Ahora, con la manifestación de Jesús en la Tierra, éste velo se rompería 33 años más tarde con su muerte y la ley de la enemistad (Ley Mosaica) sería abolida. Pero Simeón ya observa ésta provisión establecida en la manifestación del bebé escogido.
"Para que los razonamientos de muchos corazones sean descubiertos" (Lucas 2: 35) La actitud de corazón de los israelitas salió a la luz durante la manifestación del Hijo de Dios. Durante la Gran Tribulación saldrá a la luz quienes realmente somos. Desde Jehová hasta Satanás, todo ser viviente inteligente mostrará de quién está de parte durante la controversia final. La lealtad y la apostasía se enfrentarán cara a cara.
Cuando ocurre un desastre o crisis, sacamos lo peor o lo mejor, el tesoro de nuestro corazón. Al final se sabrá quienes somos. Pero, ¿trabajamos para corregir y purificar nuestro corazón? ¿Somos infantiles, desobedientes, quejumbrosos? ¿Reaccionamos solo si se nos da algo? ¿Estamos contestando el desafío de Satanás? ¿Qué sucedería si se nos privara de toda ayuda material? ¿Blasfemaríamos? ¿Dónde estará nuestra Fe? Éstas cosas quedarán expuestas, precisamente cuando se termine de completar la otra parte del Modelo Cronológico del Templo. En las inminencias de Armagedón. Cabras u ovejas seremos clasificados. La profecía del anciano Simeón será cumplida a cabalidad.