martes, 29 de diciembre de 2009

"Para Dios Todo es Posible"-parte IV


En esta sección de este blog he compartido con ustedes algunas de las Profecías y promesas más bellas de la Palabra de Dios analizándolas como hechos racionales posibles y no como fábulas imposibles para el hombre de "mente moderna". Hemos vislumbrado brevemente en la partes anteriores, la posibilidad real de la sanación de las enfermedades, la regeneración de los órganos amputados, y la realidad de la vida eterna, en dónde Dios quiso que un solo organismo vivo fuera el único testigo viviente de esa esperanza real. Así la Ciencia testifica de forma secundaria de que no son sueños e irrealidades las promesas bíblicas.

En esta parte, analizaremos una de las Profecías más esperanzadoras y hermosas. Cuando los hombres demuestran su fracaso e incompetencia para salvar la Tierra, nos acordamos de como Adán recibió de Jehová la comisión de preservar de manera amorosa a la creación animal y su entorno. Tras 6000 años de fracaso rotundo, la humanidad fiel asumirá ese trabajo de restauración progresiva por 1000 años. Entonces se cumplirán estas palabras al pie de la letra:

6 Y el lobo realmente morará por un tiempo con el cordero, y el leopardo mismo se echará con el cabrito, y el becerro y el leoncillo crinado y el animal bien alimentado todos juntos; y un simple muchachito será guía sobre ellos. 7 Y la vaca y la osa mismas pacerán; sus crías se echarán juntas. Y hasta el león comerá paja justamente como el toro. 8 Y el niño de pecho ciertamente jugará sobre el agujero de la cobra; y sobre la abertura para la luz de una culebra venenosa realmente pondrá su propia mano un niño destetado. 9 No harán ningún daño ni causarán ninguna ruina en toda mi santa montaña; porque la tierra ciertamente estará llena del conocimiento de Jehová como las aguas cubren el mismísimo mar.- Isaías 11:6-9
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En muchos países han aparecido Médicos Veterinarios, Biólogos, Naturalistas, Nutricionistas, etc, que han cuestionado la posibilidad de que los animales vuelvan a tener una vida "vegetariana". Dicen que todos dependemos en cierto punto de la carne para sobrevivir. No obstante, eso es actualmente, pero olvidan el entorno diferente que existía en tiempos antediluvianos. Las revistas La Atalaya y ¡Despertad! hace años escribieron unos magníficos artículos y que en parte publico, ya que sus explicaciones son claras y no dejan lugar a dudas. También al final coloco unos datos sacados de otros artículos y que gentilmente unos lectores de España me han enviado.

Algunos animales tienen características que parecen especialmente adecuadas para matar, como los leones y las culebras venenosas. ¿Cómo puede ser esto, si todos eran vegetarianos en un tiempo?—L. K., Holanda.

Se comprende por qué pudiera surgir esta pregunta, pues como están las cosas ahora, muchos animales ciertamente se matan unos a otros para alimentarse. Pero sírvase notar que esto es como están las cosas ahora. ¿Hay alguien en la Tierra que pueda decir por observación personal cómo actuaban estos animales hace seis mil años?

Por todas partes de la Tierra los humanos matan animales y se comen la carne de ellos. Pero, ¿prueba la capacidad que tiene el hombre de masticar y digerir carne que todos los hombres comen carne o que los hombres siempre han comido carne? No, pues la Palabra de Dios, la historia más antigua y más confiable que hay de la humanidad, muestra que originalmente Jehová le dio al hombre “toda vegetación que da semilla” y “todo árbol en el cual hay fruto de árbol que da semilla” como alimento. No fue sino hasta más de mil seiscientos años después que Dios permitió un cambio en la dieta para el hombre, permitiéndole cazar animales para alimento.—Gén. 1:29; 9:2, 3.

Es menester tener presente que los científicos están limitados en su conocimiento. Aunque un hombre sea una autoridad en algún campo de la vida animal, no sabe todo lo que se debe saber acerca de un animal según vive ahora, sin decir nada acerca de cómo vivió miles de años en el pasado. Los que son humildes y sinceros reconocen esto. El mismísimo hecho de que los científicos tienen diferentes opiniones demuestra la veracidad de ese punto.

Por ejemplo, surgió la cuestión en cuanto a si las cobras pueden percibir sonidos o no. El 27 de noviembre de 1968, un curador adjunto de reptiles en uno de los grandes parques zoológicos de los Estados Unidos escribió: “Ninguna culebra puede percibir sonidos; esto también incluye a la Cobra.” Eso parece bastante concluyente. Sin embargo, el mismísimo día el curador y presidente del Departamento de Herpetología del Museo Americano de Historia Natural explicó: “Por lo general se ha supuesto . . . que las culebras son sordas a los sonidos que lleva el aire. Sin embargo, la evidencia reciente indica que algunas culebras pueden oír sonidos de tono bajo. No se sabe de seguro cómo se relaciona esto con el problema de la cobra. El peso de la evidencia todavía favorece la teoría de que es el movimiento más bien que el sonido lo que influye en las cobras, pero el asunto ciertamente no está cerrado.”

Hace mucho tiempo la Biblia indicó que la cobra oye la “voz de encantadores,” pero que podía rehusar escuchar tal como un humano puede rehusar escuchar. (Sal. 58:4, 5) ¿Sería prudente rechazar lo que dice la Biblia solo porque algunos científicos creen que la realidad es diferente a eso? Las observaciones ya citadas muestran que la respuesta es: No. De modo semejante, el hecho de que cierta evidencia actual no parezca apoyar lo que dice la Biblia en cuanto a la vida animal en el pasado no debe hacer que uno rechace la Palabra inspirada de Dios.

Otra cosa, ¿está uno justificado al concluir que la manera en que un animal usa su cuerpo hoy es la única manera posible? Por ejemplo, el tigre usa sus colmillos y garras para atrapar, matar y despedazar a otros animales. No obstante, ¿no podrían utilizarse estos mismos colmillos y garras para despedazar vegetación fuerte y romper cáscaras y vainas?
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‘Pero, ¿qué hay de las culebras venenosas?’ quizás pregunte alguien. Pudiera parecer que los venenos de los animales simplemente son para matar o para protegerse, pero, ¿lo son? En “Animal Poisoners” (Animales envenenadores) H. Munro Fox escribió: “En algunos casos sabemos que los venenos desempeñan un papel en el funcionamiento del cuerpo del animal que los fabrica. En muchos casos ésta puede ser la verdadera raison d’être [razón de su existencia] de los venenos, bastante separada de cualquier valor protector. La saliva venenosa de las culebras, por ejemplo, efectúa cierto trabajo en la digestión del alimento de la culebra.” Otra ilustración la constituye cierto gusano marino verde que en parte está cubierto de una babaza venenosa. ¿Es este veneno para protegerlo a fin de que no se lo coman? Pudiera parecer así. No obstante, si la cría de este gusano se coloca sobre esta babaza, el veneno la cambia a machos microscópicos en vez de las hembras grandes en que se hubieran desarrollado si se hubieran colocado sobre el fondo del mar.

Es verdad que se pudieran presentar centenares o hasta millares de casos problemáticos, casos que aparentemente indican que los animales siempre se mataban unos a otros, que esto es necesario para el “equilibrio de la naturaleza.” Pero, ¿debe nuestra falta de conocimiento completo de la creación de Dios hacer que perdamos la fe en él y en su Palabra? ¿Debemos dejar que preguntas en cuanto a animales de rapiña logren consumirnos a nosotros?

La Biblia explica que en el paraíso de Edén Dios dio a “toda bestia salvaje de la tierra y a toda criatura volátil de los cielos . . . toda la vegetación verde para alimento.” (Gén. 1:30) Más tarde todos los géneros básicos de animales terrestres vivieron en el arca de Noé un año entero sin devorarse unos a otros. Y evidentemente basándose en las condiciones que existieron en Edén y que serán restauradas en el futuro, la Palabra de Dios dice: “La vaca y la osa mismas pacerán; sus crías se echarán juntas. Y hasta el león comerá paja justamente como el toro. Y el niño de pecho ciertamente jugará sobre el agujero de la cobra . . . No harán ningún daño ni causarán ninguna ruina en toda mi santa montaña.”—Isa. 11:7-9.
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Ciertamente el magnífico Creador que hizo los cielos y todo lo que está en ellos, que arregló el equilibrio y orden perfectos de las estrellas y que sabe cómo existieron la armonía y la paz en Edén, puede restaurar las condiciones paradisíacas. El producir un “equilibrio de la naturaleza” en el cual los animales no se maten unos a otros no está más allá de lo que Él puede hacer, ¿no es verdad? Por eso, esperemos ese tiempo con deleite y confianza y expectativa segura. – La Atalaya 1970 1/5

Toda la naturaleza volverá a la armonía

La mano humana se utiliza maravillosamente para muchísimas tareas constructivas. Para construir casas, sembrar árboles, recoger agujas, sujetar tiernamente a un bebé. Pero si un hombre utilizara las manos para estrangular a otra persona, ¿podríamos presentar la acusación de que la mano hubiera sido diseñada incorrectamente? No, no habría de culparse al diseñador, sino al dueño.

En la Biblia tenemos un registro claro del propósito de Dios respecto a la vida humana y la vida animal en la Tierra, y por qué están en caos hoy. Además, ese registro nos dice cómo, dentro de poco, toda la naturaleza volverá a estar en completa paz y armonía.

No fueron diseñados así
¿Se han comportado siempre como lo hacen ahora las creaciones animales y humanas? ¿Han hecho daño, tullido y matado siempre? ¿Fueron creadas con tal propósito?

La respuesta a estas preguntas es: NO, ¡de ninguna manera!
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De hecho, ¿es siquiera Dios el gobernante del sistema de cosas actual? ¿Está dirigiendo a las naciones en las relaciones que ellas tienen entre sí? De nuevo, la respuesta a estas preguntas es: NO, ¡de ninguna manera!

Pues bien, ¿cómo, precisamente, eran las cosas hace mucho tiempo? ¿Por qué están como están ahora? ¿Quién realmente gobierna este mundo? ¿Y cómo, precisamente, traerá Dios completa paz y armonía a toda la naturaleza?

Cómo era la vida
Cuando Dios creó a los humanos y los animales para vivir en la Tierra, no se proponía que ellos mataran. Los creó para que tuvieran relaciones pacíficas unos con otros. Por eso las circunstancias eran completamente diferentes de las que existen hoy día. El registro nos dice que “vio Dios todo lo que había hecho y, ¡mire! era muy bueno”. (Génesis 1:31.)

La creación humana habría de tener en sujeción amorosa a “los peces del mar y las criaturas volátiles de los cielos y toda criatura viviente que se mueve sobre la tierra” (versículo 28) . Ninguno de los animales del jardín de Edén mataba. No eran una amenaza para el hombre; ni era el hombre una amenaza para animal alguno.

La palabra de Dios dice claramente con relación a los primeros humanos: “Les he dado toda vegetación que da semilla que está sobre la superficie de toda la tierra y todo árbol en el cual hay fruto de árbol que da semilla. Que les sirva a ustedes de alimento” (Génesis 1:29). Por lo tanto, el hombre no usaba a los animales como alimento.

¿De qué se alimentaban los animales? El registro inspirado declara: “A toda bestia salvaje de la tierra y a toda criatura volátil de los cielos y a todo lo que se mueve sobre la tierra en que hay vida como alma les he dado toda la vegetación verde para alimento”. (Génesis 1:30.)

De modo que cuando Dios diseñó a los humanos los puso en un paraíso tranquilo llamado Edén. Los hizo para que estuvieran en armonía con los animales, sin que hubiera violencia ni matanza por causa de alimento entre los animales o entre los hombres. Y los humanos habrían de mantener las cosas en tal estado mediante cuidar de sí mismos, de los animales y del jardín paradisíaco que ellos y su prole extenderían hasta que, con el tiempo, abarcara toda la Tierra. (Génesis 1:27, 28.)

Así que el independizarse de Dios y sus leyes es lo que puso al hombre en un camino de imperfección, violencia y muerte. Además, a medida que el hombre se volvió al desafuero, el caos fue surgiendo también en la creación terrestre. El hombre perdió el dominio amoroso que tenía sobre los animales. Puesto que los humanos no podían dirigirse a sí mismos pacíficamente, no es de extrañar que los animales estén en la misma condición.

Los animales —que tenían un régimen vegetariano en Edén, como los humanos— comenzaron a vivir unos de otros, y algunos hasta se alimentan de humanos cuando se les hace posible (Génesis 1:30).
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Y como concesión para la supervivencia del hombre, a éste se le autorizó a comer carne animal como alimento después del Diluvio. (Génesis 9:2-4.)

No fueron creados para matar
Sin embargo, ¿qué hay en cuanto a los rasgos de los animales y los humanos que ellos emplean para tullir y matar? Ya que Dios creó una enorme variedad de rasgos diferentes, muchos de ellos podían ser adaptados a la nueva situación y contribuir así a la supervivencia.

Por ejemplo, la mayoría de los animales seguiría comiendo vegetación, como sucede hasta el día de hoy. Un ejemplo de esto es el poderoso gorila, que tiene colmillos impresionantes... colmillos que todavía utiliza para partir y comer vegetación dura. Pero otros animales se adaptaron a comer carne. No obstante, los animales de rapiña constituyen solo un pequeñísimo porcentaje de todos los animales.

El hombre también se ha adaptado. Debido a su imperfección y voluntariedad, a menudo utiliza su mente y sus manos para tullir y matar. Hasta se ha alimentado con carne de otros humanos. Y sus dientes pueden adaptarse a comer carne, aunque eso no era parte de su régimen alimenticio en Edén.

Pero ¿qué hay del “equilibrio de la naturaleza”? Si no hubiera matanzas, ¿cómo podría mantenerse? En primer lugar, el hombre era quien iba a vivir para siempre en la Tierra.
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Esa promesa no se hizo a los animales. Estos morirían cuando alcanzaran la duración máxima de vida.
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Además, muchos animales tienen mecanismos innatos que reducen su fertilidad cuando hay superpoblación. Y esto sin la intervención directa de Dios ahora. Sin duda cuando llegue el tiempo de Dios para devolver toda la Tierra al pacífico estado edénico que tuvo, no se le hará difícil al Magnífico Diseñador de los animales y de los humanos el regular sin violencia la cantidad de ellos.
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Un ejemplo de cómo Dios puede reprimir la violencia en los animales fue la armonía que existió entre las bestias y los humanos por casi un año en el arca de Noé.
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Tenga presente que la situación que existe hoy día no se parece a la que había en el paraíso de Edén. Aquel ambiente era totalmente diferente. Puede que muchos alimentos hayan sido diferentes. Es probable que los animales que tenían dientes más fuertes se alimentaran de alimento más duro. Sus dientes habían sido diseñados para ello.

Indudablemente, en cuanto a qué circunstancias, exactamente, existían en Edén, hay preguntas que no pueden contestarse ahora. Pero esto no demuestra que no haya habido un Diseñador.

Luego comenzará la restauración de las condiciones edénicas... del Paraíso (Lucas 23:43). Eso significará la restauración de la paz y armonía entre los humanos y los animales; ya no se alimentarán unos de otros. La Biblia declara en Isaías 11:6-9: “El lobo realmente morará por un tiempo con el cordero, y el leopardo mismo se echará con el cabrito, y el becerro y el leoncillo crinado y el animal bien alimentado todos juntos; y un simple muchachito será guía sobre ellos. Y la vaca y la osa mismas pacerán; sus crías se echarán juntas. Y hasta el león comerá paja justamente como el toro. Y el niño de pecho ciertamente jugará sobre el agujero de la cobra; y sobre la abertura para la luz de una culebra venenosa realmente pondrá su propia mano un niño destetado. No harán ningún daño ni causarán ninguna ruina en toda mi santa montaña”. ¡Despertad! 83 8/4

Es de interés que después del Diluvio Jehová declaró lo siguiente:

Y un temor a ustedes y un terror a ustedes continuarán sobre toda criatura viviente de la tierra y sobre toda criatura voladora de los cielos, sobre todo lo que va moviéndose sobre el suelo, y sobre todos los peces del mar. En mano de ustedes ahora se han dado. 3 Todo animal moviente que está vivo puede servirles de alimento. Como en el caso de la vegetación verde, de veras lo doy todo a ustedes.-Génesis 9:2, 3

Este texto es clave. Dice que posteriormente al Diluvio los animales sentirían un temor hacia el hombre, y ésto evidentemente los llevaría a defenderse. Dios indica que la dieta para el hombre ahora podía incluir carne animal. La razón no es difícil de deducir. El Diluvio había dejado gran parte del territorio de la Tierra dañado y con mucha vegetación arruinada y podrida. Pasarían décadas para que la Tierra adquiriera la capacidad para producir vegetales en abundancia. Los hombres y animales entre sí, necesitarían una dieta con nutrientes que la carne les podría proveer en el nuevo clima y ambiente tras el Diluvio. Recordemos que los campos magnéticos derrumabron la edad del hombre, y el clima y ambiente cambió considerablemente tras el Diluvio. Esta es la razón del decreto Divino. Un decreto para el mundo tras el Diluvio.

Nosotros por lo tanto estamos en un ambiente "ANORMAL" al dispuesto por Dios originalmente. Los cuerpos del hombre y de algunas especies animales se adaptaron para comer carne y crear una nueva cadena alimenticia. Recordemos los pinzones estudiados por Darwin en las islas Galápagos. Han sido malamente interpretados como un ejemplo de evolución, cuando en realidad han mostrado una maravilla de los organismos: La ADAPTACION.

En la década de 1970, un grupo de investigadores dirigidos por Peter y Rosemary Grant se pusieron a estudiar estos pinzones y descubrieron que tras un año de sequía, los de pico algo más grande era la mayoría que habitaba en las islas. Sin embargo, en los años posteriores a la sequía, en la población de pinzones volvieron a predominar los de pico más pequeño. En 1987, Peter Grant y el estudiante de posgrado Lisle Gibbs escribieron en la revista científica Nature que habían comprobado que en esos años “la selección operó en dirección inversa”. Grant publicó en 1991 que “la población, sujeta a la selección natural, oscila en un sentido y en otro” con cada cambio climático. El que los pinzones aumentaran o disminuyeran su pico de acuerdo al ambiente y clima externo, no es una prueba de evolución, sino de adaptación de sus órganos a la comida distinta que tenían que ingerir. Nunca se transformaron en otra especie, ya que tras volver al clima y ambiente normal, sus picos regresaban a la normalidad. Lo mismo sucede con los leones y otros animales que hoy necesitan carne (como el hombre en ciertos casos). Se han adaptado a este ambiente. No obstante, en el Nuevo Mundo volverán a su condición NORMAL.

La mariposa nocturna llamada geómetra del abedul es otro caso. Al principio, la forma clara de esta mariposa era más común que la forma oscura. Este tipo más claro de la mariposa se confundía bien con los troncos de color claro de los árboles, y por eso tenía mayor protección del ataque de los pájaros. Pero después, debido a años de contaminación procedente de las áreas industriales, los troncos de los árboles se oscurecieron. El insecto "magicamente" se adaptó a la nueva circunstancia y se volvió oscuro. Ahora sin duda lo haría de forma inversa. Nosotros también podremos volver a nuestra condición normal cuando en el Nuevo Mundo no consumamos carne (cadáver) de animal.

Hay varios casos reales en dónde leones han sido domésticados, reconocen a sus amos, e interactúan pacíficamente con el hombre. Los ataques de tiburones en realidad han sido accidentes y no hay ninguna criatura que sea maligna, tan solo la imaginación pervertida de los directores de cine.

Sin duda, las palabras de Dios en la Biblia se cumplirán a cabalidad y seguramente usted tendrá un león comiendo paja en su terreno junto a las reses vacunas en el Nuevo Mundo.



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