15 Y Eliseo procedió a decirle: “Toma un arco y flechas”. De modo que él tomó para sí un arco y flechas. 16 Y [Eliseo] pasó a decir al rey de Israel: “Pon tu mano en el arco”. Por lo tanto, él puso su mano en él, después de lo cual Eliseo puso sus manos sobre las manos del rey. 17 Entonces [Eliseo] dijo: “Abre la ventana hacia el este”. De modo que él la abrió. Por fin Eliseo dijo: “¡Dispara!”. De manera que él disparó. [Eliseo] ahora dijo: “¡La flecha de salvación de Jehová, aun la flecha de salvación contra Siria! Y ciertamente derribarás a Siria en Afeq hasta el punto de acabar”.
18 Y siguió diciendo: “Toma las flechas”. Por lo cual [las] tomó. Entonces dijo él al rey de Israel: “Golpea la tierra”. De manera que él golpeó tres veces, y se detuvo. 19 Y el hombre del Dios [verdadero] se indignó con él; por eso dijo: “¡Era entendido que se golpearía cinco o seis veces! En ese caso ciertamente derribarías a Siria hasta el punto de acabar, pero ahora [sólo] tres veces derribarás a Siria”. – 2 Reyes 13: 15-19
Éste relato ha sido mencionado recientemente como una lección sobre no descuidar el entusiasmo y el servicio de toda alma a Jehová.
Ahora bien, dicho pasaje también nos entrega una reflexión profunda sobre la posible razón de la falta de entusiasmo e incluso la falta de FE. ¿Por qué Jehoás fue tan débil en su práctica de la Fe? ¿Por qué le faltó el entusiasmo?
La razón es evidente y estriba en la actitud de menospreciar y no creer que ciertas cosas sencillas pudieran ser “señales” de Dios. Ciertamente Jehoás mismo fue el que disparó la flecha. Para Eliseo, ésa ya era la “señal”. Para Jehoás, aquello era algo tan pobre que quizás pensó que no había ninguna confirmación Divina. Después de todo, él había disparado la flecha. Quizás, él deseaba una “señal” espectacular, “algo” verdaderamente sobrenatural y poderoso. Y por eso se decepcionó en su interior. El lado racional de su mente le decía que no había ninguna manifestación sobrenatural en ese acto, y quizás hasta Eliseo había perdido el juicio o estaba manipulando los asuntos. Por ésa razón, mostró tan poco entusiasmo a la hora de la segunda petición: golpear las flechas en la tierra. Pero la historia nos demuestra que estaba muy errado en sus apreciaciones.
¿Cuántas veces hemos “intuido” la mano de Jehová en nuestras vidas? Quizás muchas veces. No obstante, a veces al igual que Jehoás, nuestro intelecto y lado racional nos dice que todo simplemente se debe a nuestro propio empeño o a una serie de casualidades que no corresponde a una intervención Divina. Quizás una voz interior nos dice: “No te engañes, TU fuiste el que disparó la flecha”. De ésta forma comenzamos a creer que nuestra sobrevivencia depende exclusivamente de nuestra inteligencia o racionalidad, excluyendo a Jehová de nuestras acciones.
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El problema de muchas personas es que buscan señales espectaculares o sucesos impresionantes que confirmen una acción sobrenatural o una providencia Divina. No les es suficiente meditar en que la FE no se basa en hechos visibles, sino en la percepción sutil de eventos que pueden suceder, y que están marcados por la mano de Dios.

Ésta actitud es muy peligrosa. De hecho, los “Falsos Profetas” se caracterizarán en entrampar a las masas porque su arma de engaño son las “Grandes Señales”. Entonces, es evidente que los verdaderos profetas (al igual que Eliseo) apuntan a la Fe, y a la percepción sutil de ciertos eventos (cómo el disparo de una flecha) que ya están aconteciendo. No caigamos en dicha trampa. Jesús mismo fue un personaje que no gustaba de realizar prodigios en público. Cuando en una ocasión, una multitud deseosa de manifestaciones buscaba una señal (para de esa forma creerle como Mesías), él dijo:
Entonces, como contestación a él, algunos de los escribas y fariseos dijeron: “Maestro, queremos ver de ti alguna señal”. En respuesta, les dijo: “Una generación inicua y adúltera sigue buscando una señal, mas no se le dará ninguna señal, sino la señal de Jonás el profeta”. – Mateo 12: 38, 39
Jesús apuntaba a algo mucho menos espectacular para demostrar que su presencia correspondía a la manifestación del Mesías predicho. Su simple enterramiento por tres días sería suficiente. Pero aún así los corazones de muchos fariseos no estarían dispuestos a aceptar ésta “prueba”. "Cualesquiera, puede estar enterrado, al igual que cualesquiera puede disparar una flecha", probablemente pensaban.
No nos engañemos. Mi corazón me dice que ya de alguna forma estamos en la etapa más peligrosa. Por lo tanto, seguir buscando afanosamente señales nos puede provocar una gran caída. Esto significa que es altamente posible que los 1260 días ya hayan comenzado. El creer que tenemos que recibir una prueba “espectacular” e “indiscutible”, y de ésa forma comenzar a contar los días, nos estaría provocando un gran auto engaño. Estaríamos razonando como Jeohás quién quería una señal más clara y espectacular.
En mi opinión, ya estamos viviendo en la zona del “campo minado”. Correr para adelante nuestras expectativas nos puede generar una peligrosa situación. Esto significa que ya debemos estar más que alertas. Si creemos que debe ocurrir una señal tan impresionante que alerte a todos, o al mundo en general, ¿para que entonces tenemos que mantenernos alertas? ¿Qué diferencia habría entre los no vigilantes y los vigilantes? La exhortación de estar alertas significa que no podemos usar un punto de referencia futuro, para desde ése día tomar las precauciones. Éste razonamiento es sumamente peligroso porque nos provoca un estado de postergación, más que desde hace tiempo haber estado actuando como si ya el fin estuviese por llegar.
“Por este motivo, ustedes también demuestren estar listos, porque a una hora que no piensan que es, viene el Hijo del hombre” – Mateo 24: 44.
Siempre me he preguntado cómo armonizar ésta exhortación de Jesús con el inicio de los 1335 días. Algunos me han dicho que éstos días aún no están por ocurrir, y que desde que se reciba ésa especie de señal “espectacular”, todos, absolutamente todos estarán seguros de que ésos días habrán comenzado. Pero cómo hemos analizado en ésta entrada, es que nunca las “señales” de Dios convencen a todos (incluso a los cristianos). De hecho, parece que algunos en el periodo de 66 a 70 se relajaron y creyeron que todo volvería a la normalidad. Hubo gente que volvió incluso a celebrar la pascua judía en 70. La “señal” no se tomó en cuenta.
Si nos basamos en el razonamiento de que todos los siervos de Dios o una gran cantidad de gente serán alertados a raíz de un gran suceso (y entonces contar los 1335 días) podríamos ser engañados. Jesús nos dice que ÉL va a llegar a “una hora que no piensan que es”. Por lo tanto, no podemos esperar una confirmación masiva del inicio de los 1335 días para de ésa forma comenzar a contar.
La única solución a éste aparente dilema es la siguiente: A nivel colectivo, la mayoría no sabrá cuando comenzaron los 1335 días. En otras palabras, puede que en efecto, éstos ya hayan comenzado, y por ende, la exhortación de estar alertas es vital, y esto armonizaría con la “hora que no piensan que es”. En efecto, quienes tengan certidumbre masiva podrían ser engañados.
En esta entrada he señalado la posibilidad de que la versión final de los 1335 días ya comenzó el 10 de julio de 2009. * Esto significaría que ya estamos adentrados en tierra peligrosa. Personalmente prefiero ésta actitud a tener que bajar la guardia esperando otro suceso. Hemos recibido suficientes señales y pruebas sutiles que nos avisan. Quizás, para otros esto no sea suficiente, pero les pido que no olviden a Jeohás.
* Nota: Me baso en una serie de sutiles "coincidencias" sobre ése día. Además, el que solo 500 lectores que visitan el sitio por día no es nada de suficiente para que una gran mayoría se haya enterado. Es evidente que los millones de siervos de Dios no tienen idea de éstas cosas.
La Biblia dice: “¡feliz es el que se mantiene en expectación y llega a los 1335 días!” Esto significa que la sorpresa, la gran señal, no ocurre al inicio de ésos días, sino que al final. Por esa razón, hay una invitación a estar en expectación, dicha expectación conduce a una confirmación. Esto significa que muchos en el camino se desalentarán, porque tal vez buscaban la confirmación al principio, pero la profecía solo dice que al final, sabremos si era o no la cuenta correcta. Entonces seremos declarados felices porque nos mantuvimos expectantes.
El problema es que deseamos la confirmación ahora, pero eso no es lo que dice la profecía. Incluso, quizás pueden que existan otros factores sorpresa por llegar y que desconocemos.
Estemos alertas. Si vos me preguntáis que creo, pienso que ya todo se desató, y muy pocos en la tierra lo saben. Si esto contribuye a que estemos alertas, tengámoslo presente.