lunes, 14 de junio de 2010

Cuidado con "Los Moisés de Creta"

Con la aparición de Moisés de Creta, alrededor del 440, haciéndose pasar por el Mesías, los judíos creyeron había llegado el momento de recuperar la Tierra de sus ancestros. El Moisés de Creta se autoproclama Ungido de Dios y pretende a toda costa embarcar a los judíos de Creta en un nuevo éxodo. Sus fieles venden todos sus bienes y un buen día se reunen en lo alto de un promontorio que domina el mar. Moisés les explica que el mar se abrirá y regresarán a Israel. Incluso le habla de que podrán caminar sobre las aguas. “¡Saltad!”, les ordena a las masas. Un buen número de cretenses se zambulle en las aguas. La mayoría de los discípulos mueren ahogados.

Esta es una advertencia para todos. Es probable que en el final, durante el caos, cuando se produzcan los arrestos de los hermanos que llevan la delantera, o las entidades legales se desplomen,  individuos rebeldes que solo buscan ser líderes se auto proclamaran en las congregaciones como caudillos. Tenga cuidado con ellos.  No es difícil identificarlos.

Ya no estamos en la época de los lideratos individuales. El Espíritu de Jehová nos guía como el cuerpo colectivo de Cristo, su Congregación global. Es importante recordar que Cristo ya nos ha entregado información para sobrevivir (analizada en entradas anteriores). Toda órden e instrucción que viole lo que está escrito en la Biblia es peligroso. ¿Podremos tomar sabias desiciones sin estar dependiendo de que otros nos observen? ¿Funcionamos como autómatas que siguen sin pensar cualesquier instrucción? Es importante respetar las instrucciones (que generalmente son para el beneficio colectivo de una comunidad de creyentes), pero si alguna de éstas viola una ley divina, debemos "obedecer a Dios" como gobernante final.
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Quizás al final será más peligroso obedecer ciegamente a una autoridad oficial revelada, que al deseo de falsos cristos individuales. Generalmente el grupo tiende a seguir sin pensar a sus autoridades (sean éstas religiosas o políticas) que obedecer a la lógica interna y a su sentido común. Por ejemplo, durante el terremto y tsunami de Chile mucha gente escuchó el primer informe de las autoridades y regresó a sus casas. Las olas arrasarón con sus vidas. ¿Acaso el sentido común y la lógica no les indicaba que tenían que huir de la zona peligrosa? Precisamente esa era la desición correcta. Pero autoridades tan preparadas y expertas como la marina Chilena (con miles de kilómetros de costa y con varios terremotos en el cuerpo), se equivocaron fatalmente en su alerta de tsunami. Incluso animaron a volver a los hogares.
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Éste ejemplo, nos demuestra que en sentido espiritual también tenemos que usar el sentido común y la sensatez. Que nunca la obediencia ciega e irracional nos lleve a cometer locuras. Primero, hemos recibido la órden de Dios en su Palabra. Cualesquier otra órden importante tiene que estar sometida a dicha armonía, de lo contrario debe ser tomada con reserva y bien analizada con el sentido común.
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Repasemos 1 Reyes 13:1-24, Es una historia trágica.

Ver. 1, Un "hombre de Dios" (profeta) fue enviado por Dios a Betel para denunciar la idolatría del rey Jeroboam (véase 12:25-31). La misión de este hombre de Dios demuestra la bondad de Dios, porque es necesario que reconozcamos los pecados.

Ver. 2, El hombre de Dios denunció el altar y profetizó las reformas del rey Josías. Esta profecía demostró la omnisciencia de Dios, y si Dios es omnisciente, entonces también es omnipotente. Los "profetas" de los dioses paganos eran vagos, obscuros y no tenían sentido, pero esta fue clara y precisa, aun nombrando al rey que efectuaría las reformas. Dios profanaba lo que Jeroboam santificaba.

Ver. 3, Dio una señal, como credencial, para probar que Dios le había enviado: el altar se quebrará y la ceniza se derramará. ¿Cuántos cultos serían estorbados hoy mismo si Dios hiciera algo semejante para demostrar su desagrado? Véanse Mat. 15:8, 9; Sant. 1:26.

Ver. 4, El rey extendió su mano diciendo, "¡prendedle!" porque quería callarlo. Aborreció a Dios y, por eso, quería callar al mensajero de Dios, pero su mano no podía lastimar al varón de Dios, sino que se le secó la mano y no la pudo enderezar. Los que pelean contra Dios se dañan a sí mismos.
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Ver. 5, Se vio la señal prometida.
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Ver. 6, El rey pide la restauración de su mano y se le concedió su petición. Dice, "pide a tu Dios". Creía en Dios pero no dijo "mi Dios", porque sabía que ya no era su Dios. El rey no se preocupaba por su alma, sino por su mano. El hombre de Dios pagó bien por mal, orando por el rey.

Ver. 7, El rey le invitó a comer con él y recibir una recompensa.

Vers. 8, 9, El hombre de Dios no aceptó "Porque así me está ordenado por palabra de Jehová". Véase Efes. 5:11. Éste hombre de Jehová YA HABIA RECIBIDO UNA INSTRUCCION de la propia PALABRA DE JEHOVA. Para nosotros equivale a obedecer primero a la Biblia.

Vers. 10, Regresó por otro camino como Jehová le había ordenado. ¡Qué hombre ejemplar! ¡Qué obediencia verdadera! Había pasado pruebas severas sin falta alguna. Qué bueno si este versículo hubiera sido el fin de la narración, pero lamentablemente la historia no termina aquí.

Ver. 11, Los hijos de un anciano profeta le contaron este evento a su padre.
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Vers. 12-15, Este profeta fue tras el hombre de Dios y lo encontró y le invitó a volver a comer pan con él.

Ver. 16, 17, El hombre de Dios rehusó la invitación.
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Ver. 18, El profeta de Betel mintió al hombre de Dios, diciéndole que un ángel le apareció y le dijo que trajera al hombre de Dios a su casa para comer pan. El hombre de Dios estaba oyendo voces conflictivas. ¿A quién creería? ¿Escucharía solamente a lo que Dios le había dicho o aceptaría la palabra de este profeta desconocido que dijo que un ángel le había hablado? ¿Aceptaremos nosotros la primera órden de Dios en su Palabra, o el criterio errado de alguna autoridad que dice representarlo?

Ver. 19, Al hombre de Dios se le olvidó lo que Dios le había dicho y creyó al profeta de Betel; volvió con él y comió pan en su casa.

Vers. 20-22, El Espíritu habló por la boca del profeta de Betel denunciando la desobediencia del hombre de Dios.

Vers. 23-25, Un león le mató en el camino.

Esta es la gran prueba final. Es la prueba de la mentira en la boca de líderes religiosos. Mucha gente muy buena y noble, gente de valor, rechazan muchas tentaciones pero caen en esta trampa.
El hombre de Dios fue engañado por el anciano profeta. ¿Quién tuvo la culpa? Seguramente el profeta de Betel le mintió al hombre de Dios pero le hubiera convenido investigar el asunto, pues ante los ojos de Dios era responsable y culpable. Por eso Dios lo mató.

"Yo también soy profeta". Con esta frase suavizó la resistencia del hombre de Dios. No solamente era profeta sino también un profeta de más edad. El hombre de Dios debe de haber pensado que seguramente este profeta anciano merecía el respeto. Hoy en día si dice algún hombre -- y mayormente si es hombre de edad o si es una entidad religiosa muy antigua-- "Yo soy predicador", o "yo soy pastor", o "yo soy sacerdote", "yo soy ungido", etc. no faltan personas que les creerán, por falsos que sean. Son engañados porque los tales son "muy sinceros", "muy piadosos", etc.

Cómo notamos, no basta con portar credenciales. No basta con una simple imposición de autoridad. La clave está en observar si ésas nuevas órdenes entran en conflicto con la órden primordial de Jehová.

Un abrazo.


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