Ésta interrogante ha sido planteada recientemente por un lector. Se ha dicho que el corazón es el asiento de los motivos y deseos de la persona interior. Sin embargo, ¿qué es realmente? ¿es de naturaleza física o espiritual? Claro, no hablamos a priori del motor de la circulación de la sangre, sino de esa extraña cosa, admirada por poetas y soñadores. Pero, ¿que sucedería si realmente hay una conexión entre dicho motor físico y nuestras emociones?
Para algunos científicos, todas nuestras emociones son producidas solamente en el cerebro. Así que las palpitaciones del corazón o el dolor en el pecho cuando tenemos emociones intensas, solo sería un producto reflejo del cerebro. Pero, ¿es tan así? Hay una interesante declaración en un artículo de la Atalaya del año 1971, 1/8:
El corazón está intrincadamente conectado con el cerebro por el sistema nervioso y está bien provisto de terminaciones nerviosas sensorias. Las sensaciones del corazón se registran en el cerebro. Es aquí que el corazón hace que tengan efecto en la mente sus deseos y sus afectos en el proceso de sacar conclusiones que tienen que ver con motivos. A la inversa, la mente alimenta al corazón con interpretaciones de los impulsos recibidos de los sentidos y con conclusiones sacadas que se basan en el conocimiento que ha recibido, ya sea en el mismo instante o de la memoria. Hay una estrecha interrelación del corazón y la mente, pero son dos facultades diferentes, que tienen su centro en diferentes ubicaciones. El corazón es una bomba muscular diseñada maravillosamente, pero, más significativamente, nuestras capacidades para emoción y motivos están construidas dentro de él. El amor, el odio, el deseo (bueno y malo), la preferencia de una cosa en vez de otra, la ambición, el temor... de hecho, todo lo que sirve para movernos en relación con nuestros afectos y deseos brota del corazón.
Consideremos algunos puntos significativos acerca del órgano carnal encerrado en su pecho, el corazón, que en hebreo se llama lev y levav y en griego kardía (de donde obtenemos la palabra “cardíaco”). Algunos hombres de la ciencia médica y psiquiatras creen que el corazón hace considerablemente más que bombear sangre. Por ejemplo, el Dr. D. E. Schneider, neurólogo y psiquiatra de Nueva York, ha indicado que, cuando el embrión humano está formándose, el corazón y el cerebro se desarrollan de la misma zona, que el corazón es en parte tejido nervioso y, adicionalmente, tiene capacidad para manufacturar y almacenar ciertas sustancias químicas altamente potentes que ejercen un efecto regulador en el cuerpo, incluso, según esta investigación, en el cerebro. La conclusión que sacó es que hay “evidencia de que existe una relación recíproca entre mente y corazón,” y que, así como la mente tiene su efecto en el corazón, “el corazón [sí, el corazón carnal en su pecho] a su vez puede influir en la mente intensamente.” Ciertos otros investigadores han sacado conclusiones bastante similares.
Así que es posible que muchas de nuestras emociones relacionadas con la personalidad humana, realmente sean fabricadas en el interior del corazón físico (la bomba de la sangre o vida), y por ende, exista una relación con el cerebro, de la misma forma cómo éste órgano físico produce los "pensamientos".
Sin embargo, más allá del corazón humano, hay otra cosa en el interior del hombre, y que a menudo se confunde con el corazón, el alma humana, etc. Hablamos de la "esencia". La "chispa" de Dios. Hay un "fragmento" de Dios que reside en la mente humana, y ese fragmento es el que provoca nuestra inclinación hacia la búsqueda de Dios y a las metas espirituales más elevadas. Ésa parte está "prisionera" en nuestro interior. No obliga a la mente del hombre, ni nos corta nuestro libre albedrío. Está en nuestro interior susurrándonos, ajustando nuestros pensamientos poco a poco, para que nos inclinemos a lo espiritual. El habitante promedio de la Tierra, no hace caso a esa "voz interior", y se hunde en la negatividad material y puramente carnal. Finalmente, muchos extinguen ésa luz y se vuelven inicuos.
Más adelante, seguiremos tratando éstos asuntos importantes concernientes a nuestro don como Hijos de Dios.