Tras volver de Chile aún sigo agotado físicamente y emocionalmente. Creo que tendrá que pasar bastante tiempo para recuperarme. Conocí el dolor y devastación, pero también la ayuda de los hermanos cristianos que llegó en abundancia, además de otros medios que utilizó Jehová para ayudar a sus siervos. Mientras conversaba con algunos corresponsales extranjeros en Chile, entablé algunas amistades. Me comentan que aún siguen las fuertes réplicas, las cuales no dejan dormir a la población.
Hay rumores de que se avecina un nuevo terremoto y tsunami. Pueden ser solo especulaciones. No lo sé. Pero también se ha transmitido por parte de los comités de socorro de los testigos de Jehová, de que no debemos de dejar de pensar en el cuidado amoroso de Jehová aún en la desgracia. Esta situación ha revelado lo que hay en el corazón del habitante normal de una urbe promedio.
Hay rumores de que se avecina un nuevo terremoto y tsunami. Pueden ser solo especulaciones. No lo sé. Pero también se ha transmitido por parte de los comités de socorro de los testigos de Jehová, de que no debemos de dejar de pensar en el cuidado amoroso de Jehová aún en la desgracia. Esta situación ha revelado lo que hay en el corazón del habitante normal de una urbe promedio.
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El dinero no servía de nada. No había donde comprar. Ésto fue un golpe para gente que venía con dinero desde otras partes a ayudar.
Mientras me encontraba visitando varias localidades, algo se me quedó grabado a fuego: No podríamos resistir mentalmente una gran tribulación de más de un año. Quienes vivimos éstas experiencias lo confirmamos en la propia piel. A los pocos días ya existían saqueos y destrucción en dónde incluso participó gente acomodada. No eran Haitianos muertos de hambre. Era una mezcla de paranoia, miedo y maldad contagiosa como un virus. Luego todos se armaron y a los cinco días se sentía algo de hambre. La incomunicación y geografía complicada de Chile hacía que fuera imposible que ciudadanos de distintas ciudades se pusieran de acuerdo o se comunicaran para saquear. No obstante, como si fuera una conciencia colectiva masiva muchas mentes actuaron como si fueran impulsadas por inteligencias malignas. Los saqueos y la actitud mental animal se extendieron con rapidez en lugares apartados unos de otros.
Si esta condición de inexistencia de ayuda gubernamental y orden marcial, se hubiera extendido por más semanas, fácilmente los vecinos habrían empezado a atacarse unos a otros. Y nos preguntamos muchos: Que habría pasado si ésto se prolonga por un mes? Los judíos de 70 E.C estuvieron casi cinco meses sin suministros, y ahora entiendo por que se comían entre ellos. Nadie podría aguantar una gran tribulación de un año o más. Lo digo con el peso de la experiencia.
Mientras me encontraba visitando varias localidades, algo se me quedó grabado a fuego: No podríamos resistir mentalmente una gran tribulación de más de un año. Quienes vivimos éstas experiencias lo confirmamos en la propia piel. A los pocos días ya existían saqueos y destrucción en dónde incluso participó gente acomodada. No eran Haitianos muertos de hambre. Era una mezcla de paranoia, miedo y maldad contagiosa como un virus. Luego todos se armaron y a los cinco días se sentía algo de hambre. La incomunicación y geografía complicada de Chile hacía que fuera imposible que ciudadanos de distintas ciudades se pusieran de acuerdo o se comunicaran para saquear. No obstante, como si fuera una conciencia colectiva masiva muchas mentes actuaron como si fueran impulsadas por inteligencias malignas. Los saqueos y la actitud mental animal se extendieron con rapidez en lugares apartados unos de otros.
Si esta condición de inexistencia de ayuda gubernamental y orden marcial, se hubiera extendido por más semanas, fácilmente los vecinos habrían empezado a atacarse unos a otros. Y nos preguntamos muchos: Que habría pasado si ésto se prolonga por un mes? Los judíos de 70 E.C estuvieron casi cinco meses sin suministros, y ahora entiendo por que se comían entre ellos. Nadie podría aguantar una gran tribulación de un año o más. Lo digo con el peso de la experiencia.
Ésto me refuerza en la idea de que los 42 meses o tres años y medio finales de hostigamiento hacia los cristianos ya han comenzado. Este hostigamiento incluye proscripción, virus, guerras e incluso desastres en dónde la "ley marcial" o "toque de queda" dificulta una predicación "normal" y tranquila. Entre el 2012 y 2013 la Gran Tribulación comenzaría, pero ésta no será larga. "Ninguna carne se salvaría" si fuera así.
Hasta que llegue ésta gran tribulación, en el camino ahora veremos cosas terribles. Terremotos masivos en toda la Tierra que de alguna forma preparan al Planeta para el Armagedón. Otros sucesos como guerras y pestilencias "pavimentan" el escenario.
No queda nada de tiempo. Es urgente hacer todo para tener una poderosa relación con Jehová. Es importante practicar el desapego a los bienes materiales e incluso hacia las ciudades en dónde la gente se ha criado. Es vital practicar la confianza suprema de que si pasan varios días sin ayuda, Jehová nos guiará aún así.
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Mientras tanto descansaré algo y luego seguiré si es la voluntad de Dios. Un abrazo a todos.